25 de junio de 2008

El ladrón de manzanas.


En algún lugar del mundo vivía un niño q le gustaban las manzanas, diario comía una, pocas ocasiones (sino es q nunca) su mamá se daba cuenta, aun así nunca vio como desaparecían del frutero, a veces las madres son distraídas.
Y así iba por la vida, comiendo manzanas, a veces lo único que quedaba de ellas eran las semillas, otras veces le podía llegar a gustar tanto alguna que no se atrevía siquiera a comerla, a veces ni siquiera las tocaba.
Y en una de esas ocasiones, al ir caminando por la calle, en el puesto de frutas que siempre se ponía los domingos enfrente de la escuela, vio una manzana que lo hizo desearla tanto que el vendedor lo tuvo que alejar, como quien aleja una mosca (o abeja si les gusta más) de un dulce, así que después de un rato de pensarlo el niño le pregunto al vendedor el precio de aquella manzana, el se lo dijo y después solo se dio la vuelta a atender a algún otro cliente, y aun cuando estaba a su alcance, aun cuando el niño llevaba el dinero suficiente, se acerco sigilosamente, nada que una manzana no pudiera ver con calma, movió su mano rápidamente tomándola fuertemente y corrió, corrió como nunca lo había hecho.
Y mientras corría, la manzana, q se preguntaba el porqué del acto del niño, y después de muchas cuadras se decidió a preguntarle al niño: -¿por qué me has robado?-
El se extraño de aquella situación, nunca antes le había hablado una manzana, aunque viendo que era tan perfecta, eso más que asustarlo, aumentaba la felicidad por haberla obtenido, el niño no le contesto, solo sonrió, abrió la boca, ella solo vio aquellos dientes blancos acercarse cada vez mas, sintió como se clavaban en ella poco a poco, sintió como perdía cada parte de su cuerpo, y cuando al fin aquel pequeño ladrón sacio su hambre, la tomo por la cintura que sus mordidas habían formado en ella y la arrojo, al piso, como si hubiera sido cualquier cosa, el siguió caminando, en realidad solo era una manzana mas.
Con el tiempo, en aquel lugar donde el niño tiro su manzana, creció un árbol tan grande, que aun cuando deba las manzanas más hermosas que cualquiera pudiera desear le tendría que costar un gran trabajo el solo poder tocarla o siquiera verla.
Y así, aquella manzana se sentía feliz, por poder hacerle la vida difícil a aquellos niños que se dedican a tomar manzanas, comerlas y solo tirarlas, sin siquiera pensar en ellas.
FIN