27 de diciembre de 2013

Una vida

Un día ordinario y común conocí al amor de mi vida y tuve la oportunidad de vivir juntos muchos días más. Ella no iluminaba mi vida, no me hacía sentir especial y único, todo el tiempo me recordaba lo difícil de permanecer feliz con una persona inestable, lo difícil de poder estar conmigo. Tal vez nunca prestó la suficiente atención, si pudiera mirarme ahora por 5 minutos se daría cuenta de que gran parte de mi personalidad termino siendo un desecho de mis intentos de creer que todo puede ser mejor viviendo “incomodo”.
Hubo muchas cosas que marcaron el camino, pisamos todos los días piedras juntos, pudimos avanzar por lugares que ni siquiera existían, logramos vencer nuestro orgullo de negarnos a probar algo diferente y también el orgullo o ignorancia del que sabe que no correspondíamos al mismo sitio.
No hace falta ahora haber estado más tiempo juntos, nuestro tiempo “fue” y hasta ahora no hay nada tan perfecto como nuestra propia mezcla, producto de recuerdos, secreciones y sonidos. Tampoco agradeceré lo que pasó, sería por demás estúpido el agradecernos por haber estado juntos.
Somos perfectibles, podríamos repasar cada uno de nuestros actos, revisar esa parte del camino que nos hizo tomar direcciones distintas, a veces cuando la tristeza me vence me alegro un poco de pensar que en alguna realidad continuaremos juntos y nos separaremos mil veces más.
(…)
La vi, estaba parada en medio de la nada, enojada, tal vez un triste, decidí hablarle, el alcohol me ayudo un poco a eliminar mis represiones, lo siguiente que supe es que nunca estaríamos juntos, pero me gusta tener un poco de esperanza, lo siguiente que supe es que tal vez nunca estaríamos juntos.

Solo fueron 365 días para darme cuenta que te podría vivir de nuevo, para darme cuenta que fuiste todo y que ahora solo has muerto, como todo, como cada año.

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